Viaje a Livingstone

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6:15h de la mañana, suena la graciosa melodía del despertador de Oriol tan característica de la policía montada Americana. A pesar de ser tan temprano, nos levantamos todos con mucha energía y ganas de subir al autocar dirección Livingstone.

El camino es largo, unos 300 kilómetros a una velocidad media de 80 km/h. Unas cinco horas aproximadamente de viaje. Un trayecto repleto de impresionantes vistas, preciosos e interminables paisajes de sabana que se pierden al alcance de la vista humana.

No todo lo que se aprecia a través de la ventana del autocar son cosas bonitas y bellas. También vimos cientos de niños y niñas de edades comprendidas entre los 6 y 16 años andar solos varios kilómetros bajo el sol abrasador por el peligroso arcén de la carretera para ir a la escuela. Expuestos a deshidrataciones, abusos, atropellos entre otros tantos peligros. Otros niños ayudando a sus padres en los mercados ambulantes a pie de carretera, cuidando de los animales de granja, de la familia… y otros tantos deambulando por la calle descalzos rebuscando entre la basura, etc.

Todo eso sin contar el mal estado de los edificios, casas y tiendas. La mayoría de calles están sin asfaltar, sin iluminación ni policías

Me pareció muy sorprendente que en más de 300 km no vi ningún barrio o calle en buen estado o con un mínimo de pulcritud. Las ventanas están tapiadas con ladrillos. En Zambia colocar ventanas de vidrio es invitar a los bandidos que te roben absolutamente todo lo que tenga un mínimo de valor dentro de tu casa.

El paisaje mostraba multitud de pequeños incendios supuestamente controlados. Tras preguntarme varias veces el porqué de estos fuegos y observar a los zambianos, llegué a la conclusión que los provocaban para reducir los envases de plástico. En muchas ciudades o casi todas las de Zambia, no disponen de un servicio público de recogida y reciclaje. No es algo excesivamente alarmante ya que el consumo de productos envasados con recipientes plásticos es muy bajo o prácticamente nulo.

Llegamos a Livingstone, un cambio bastante radical de aspecto de ciudad. Se nota que aquí entra gran cantidad de dinero gracias al turismo. Edificios grandes, buenos coches, niños que van al cole en autocar…

Néstor Navajas 

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